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La actividad sexual influye beneficiosamente sobre la calidad de vida de los mayores.

Salud General

Ninguno de los cambios anatómicos o funcionales que conlleva el envejecimiento condiciona el cese de la actividad sexual. <?xml:namespace prefix =" o" ns =" "urn:schemas-microsoft-com:office:office"" />

El tema de la sexualidad en las personas mayores está suscitando en los últimos años un mayor interés, tanto en los ambientes sanitarios como en los no sanitarios. Tradicionalmente se ha considerado que conforme envejecemos disminuye la sexualidad, aunque el mito de que la sexualidad desaparece con los años carece de fundamento, ya que nadie puede asegurar a qué edad cesa el deseo sexual y/o la actividad sexual. Y así lo ha expuesto el doctor Carlos Verdejo Bravo, geriatra del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, en su ponencia sobre Sexualidad en el transcurso del 54 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología y 24 Congreso da Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría.

De hecho, según expone este experto, “la actividad sexual no tiene por qué perderse con el paso de los años. Evidentemente con el envejecimiento ocurren una serie de cambios, tanto anatómicos como funcionales, que pueden condicionar ciertas modificaciones en la actividad sexual de los mayores, e incluso interferir con ella o limitarla. Estos cambios, junto con la repercusión de los problemas médicos y con el consumo de algunos fármacos, pueden justificar las modificaciones en el comportamiento sexual de los mayores, bien debido a alteraciones hormonales o por las repercusiones físicas y psicosociales de las enfermedades crónicas que producen algún grado de incapacidad, pero no impedir la actividad sexual”.

Una nueva sexualidad.

En un estudio realizado hace unos años en el Área 7 de Madrid, con población de mujeres mayores de 65 años no institucionalizadas (179 casos con edad media de 74,7 años), se observó que un 20 por ciento de ellas mantenían actividad sexual, destacando en más de la mitad de los casos (60 por ciento) el coito como tipo de actividad sexual.

Unos datos que no hace más que confirmar lo que indica Verdejo Bravo, “ninguno de los cambios que se producen con el envejecimiento condicionan obligatoriamente el cese de la actividad sexual, sino que exigen más bien una adaptación del anciano a sus nuevas características. La realidad, es que la actividad sexual no desaparece en las personas mayores, sino que se modifica el patrón sexual de los mayores, manteniendo otra serie de prácticas sexuales más comunes (masturbación, tocamientos) frente al patrón convencional del coito (penetración). Por ello, el comportamiento que las personas mayores van a tener en la esfera sexual es, absolutamente individual, influyendo bastantes y diversos factores, tanto orgánicos como psicosociales”.  

Condicionantes sexuales.

Los principales problemas que pueden alterar la actividad sexual de los mayores son:

Varones

La actividad sexual se tiene a mantener más, sobre todo al no tener la repercusión tan directa del descenso hormonal como tienen las mujeres (hipoestrogenismo) con sus repercusiones.

- Disfunción eréctil: este problema supone la incapacidad de alcanzar o mantener una erección adecuada para poder llevar a cabo la penetración. Es muy infrecuente antes de los 45-50 años y a partir de los 55 años puede llegar a afectar a un 40-45%, elevándose hasta el 75-80% a partir de los 75 años. Este trastorno sexual, además de ser bastante frecuente entre los ancianos, puede deteriorar significativamente la calidad de vida de los varones afectados.

Las causas más frecuentes de disfunción eréctil en los varones mayores son de tipo orgánico, destacando en primer lugar la alteración vascular (más de la mitad de los casos), la patología neurológica (problemas medulares, ictus, enfermedad Parkinson), así como la endocrinológica (diabetes mellitus, disfunción tiroidea). La influencia de los fármacos también es notoria (antidepresivos, antipsicóticos, antihistamínicos, antihipertensivos). Por el contrario, el origen psicógeno de la disfunción eréctil, se reduce proporcionalmente con la edad, considerándose muy infrecuente en los varones mayores.

- Disminución de la libido: éste es un problema menos frecuente y que en los varones mayores se asocia muchas veces con un déficit hormonal (andrógenos), un trastorno psicológico (depresión, ansiedad) o con la toma de ciertos fármacos (psicofármacos, beta-bloqueantes, hipotensores).

- Trastornos de la eyaculación: algunos problemas médicos, casi siempre secundarios a intervenciones quirúrgicas (sobre todo de la glándula prostática), pueden generar una alteración en la salida del semen (eyaculación retrógrada). La eyaculación precoz es infrecuente en la población mayor.

Mujeres

- Dispareunia: supone la aparición de dolor durante el coito y puede deberse tanto a factores orgánicos como a psicológicos o a la suma de ambos. Su frecuencia es muy variada, pudiendo presentarse en todos los intentos de coito, de forma aislada o sólo en determinadas posturas. La causa más común tras la menopausia suele ser la vaginitis atrófica por hipoestrogenismo, aunque puede deberse también otras causas menos frecuentes (infecciones, quistes de Bartolino, retroversión uterina, tumores pélvicos). Generalmente responde bien al tratamiento hormonal sustitutivo (especialmente estrógenos locales), al lograr mejorar la lubricación vaginal.

- Disminución de la libido o del deseo sexual: además del efecto del envejecimiento fisiológico, es indudable que el padecimiento de una serie de problemas médicos crónicos (diabetes mellitus, ictus, enfermedad Parkinson, artrosis, cardiopatías, depresión, ansiedad), así como la toma de bastantes fármacos (psicofármacos, diuréticos, antihistamínicos) desempeñan también un efecto negativo sobre el deseo sexual.

- Falta de orgasmo: requiere para su consideración el hecho de haber tenido previamente una excitación sexual normal, teniendo a esta edad un origen casi siempre orgánico (diabetes mellitus, enfermedad cerebrovascular, alteraciones medulares, alteraciones) o farmacológico (psicofármacos).

También, explica el doctor Verdejo Bravo, existen otros condicionantes claves como son vivir en una residencia, no tener cónyuge, tener una mala situación funcional y un nivel educacional-cultural bajo, que se relacionan con la pérdida de la actividad sexual.

Por el contrario, otros factores como la edad, la actividad sexual previa y el placer durante las relaciones sexuales previas, el estado conyugal y la mejor situación funcional-emocional, predicen un mantenimiento de la actividad sexual.  

Valoración geriátrica.

Para el doctor Verdejo Bravo “se deberían abordar los problemas sexuales con la misma naturalidad que los otros problemas de salud”, por eso recomienda encarecidamente a las personas mayores que no piensen que ya no tienen derecho a disfrutar de una vida sexual y que, ante la existencia de problemas de salud que estén dificultando su actividad sexual, acudan a su geriatra de confianza, quien valorará su problema y propondrá soluciones.

“Con una valoración integral de los mayores (valoración geriátrica), se pueden detectar los principales problemas sexuales y buscar las soluciones más adecuadas. Actualmente existen diferentes alternativas terapéuticas para mejorar o solucionar los problemas sexuales, unas más sencillas y otras más complejas”, informa Verdejo.