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El autismo: Un complejo puzzle causado por factores genéticos y ambientales.

Salud General

Entrevista a Manuel Ruiz Rubio, Departamento de Genética, Universidad de Córdoba. Hospital Universitario Reina Sofía.Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba

El concepto de autismo ha evolucionado significativamente desde su primera definición, hace ya unos 70 años [1].Hoy día sigue siendo motivo de un profundo debate y diferentes interpretaciones.

Actualmente el autismo se define como un trastorno que se caracteriza por dos tipos de síntomas a) déficits persistentes de comunicación e interacción social, y b) patrones restringidos y repetitivos de comportamiento, actividades o intereses. Estas características son las recogidas en la última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5 [2]. En esta nueva versión aparecen modificaciones significativas respecto a la versión anterior DSM-IV [3]. En el DSM-IV se definían cinco categorías diagnósticas dentro de lo que se denominaba Trastornos Generalizados del Desarrollo: a) Trastorno Autista, b) Trastorno de Rett, c) Trastorno Desintegrativo Infantil, d) Trastorno de Asperger y e) Trastorno Generalizado del Desarrollo no Especificado. En el nuevo manual DSM-5, todas las categorías se engloban en una sola, denominada Trastornos del Espectro Autista (TEA), a excepción del síndrome de Rett que se considera una categoría independiente porque tiene una etiología genética conocida (mutaciones en el gen MECP2).

Pero las personas con TEA no sólo presentan las dos características diagnósticas recogidas en el DSM-5. Pueden aparecer asociados otros síntomas no necesariamente relacionados entre sí, que no son los mismos en todos los casos, ni se dan con la misma intensidad y que pueden solapar con otros trastornos del desarrollo y del comportamiento. Existe además mucha variabilidad en el cociente intelectual y en la capacidad de articular el lenguaje

Es decir, los pacientes diagnosticados con TEA forman un grupo muy heterogéneo que presentan características clínicas muy diversas. TEA o “autismo” no es un trastorno único en sí, sino un continuo que varía mucho en grado y forma. Una persona con TEA se encuentran en algún lugar de un amplio espectro que va del ’bajo’ a ’alto’ funcionamiento, en base a un coeficiente intelectual de menos o más de 70-80, respectivamente; y a una capacidad de comunicación que puede oscilar entre la ausencia del habla, a un uso del lenguaje bien articulado.


¿Cómo de frecuente es el autismo?
La prevalencia de TEA se ha disparado en el siglo XXI. Según datos del Centro de Control y Prevención de Enfermedades en EE.UU, hay 90 casos de TEA por cada 10.000 niños de ocho años de edad. Es decir, el autismo puede presentarse hasta en 1 de cada 110 niños [4].Se piensa que esto puede deberse a un incremento de la concienciación social sobre la enfermedad y a los cambios en los criterios de diagnóstico. Pero no puede descartarse que en este incremento intervengan además factores ambientales, que estarían por determinar.


¿Qué origina el autismo?
Los TEA se producen como consecuencia de alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso. ¿Pero cuáles son las causas que originan esas alteraciones? Los datos obtenidos a partir de gemelos monocigóticos apuntan a que las causas del autismo son predominantemente de origen genético, aunque también pueden existir causas ambientales. El número de genes implicados en TEA pueden llegar a centenares [5]. Esto no quiere decir que una persona diagnosticada con TEA tenga alterado ese número de genes, sino que en unas personas puede haber alterado uno o varios genes, y en otras, genes diferentes. Por otra parte, también hay estudios que revelan que pueden existir factores ambientales implicados. Entre ellos están por ejemplo las infecciones víricas durante el embarazo o la presencia de contaminantes ambientales. Se ha comprobado que la edad de los padres es un factor de riesgo [6]. También podrían haber implicados factores epigenéticos, es decir cambios estables en la expresión génica por la interacción de factores ambientales y el genoma [7].

Existen varias estrategias para determinar que origina el autismo. En los estudios genéticos es esencial establecer subgrupos en base a características fenotípicas bien definidas o sub-fenotipos y antecedentes familiares. Posteriormente estos se analizan con diferentes herramientas de análisis genéticos y técnicas genómicas [8-10]. Otras estrategias se basan en utilizar cultivos celulares y organismos modelos para profundizar en los mecanismos concretos implicados en autismo y estudiar posibles terapias. El animal modelo más utilizado es el ratón [11]. En nuestro laboratorio hemos sido pioneros en utilizar el nematodo Caenorhabditis elegans como sistema experimental para analizar in vivo mecanismos neurobiológicos básicos implicados en autismo. La ventaja de este sistema es su simplicidad, ya que el nematodo adulto posee solo 302 neuronas perfectamente cartografiadas de un total de 959 células somáticas. Además, más del 80%, de las proteínas de C. elegans son homólogas a proteínas humanas. En este sentido nuestro grupo ha podido demostrar que determinadas proteínas humanas, con un papel en las sinapsis neuronales y codificadas por genes implicados en autismo, son funcionales en el nematodo [12-13]. C. elegans, aunque muy apartado a nivel evolutivo de los mamíferos, permite llevar a cabo experimentos para esclarecer cómo funcionan determinadas proteínas, que no son posibles con otros modelos animales.


¿Tiene cura el autismo?
El Trastorno del Espectro Autista no es un único trastorno, sino muchos trastornos con etiologías diferentes que coinciden en determinados síntomas. Los resultados que están surgiendo de la investigación están contribuyendo a determinar las causas de algunas de las formas de autismo y ayudan a esclarecer los mecanismos por los cuales se produce el trastorno. Conocer las causas y los mecanismos a nivel molecular que subyacen en estos trastornos es fundamental para poder encontrar y aplicar terapias adecuadas. En algunos casos de TEA es posible paliar algunos de los síntomas mediante diferentes terapias, entre las que se incluyen psicoterapéuticas y farmacológicas. No hay que descartar que algunos casos de TEA puedan tener cura.

1. Kanner L(1943) Acta Paedopsychiatr 35: 100-136.
2. DSM-5 (2013) www.psychiatry.org/mental-health/key-topics/autism.
3. DSM-IV-TR (2000) www.psychiatry.org/practice/dsm/dsm-iv-tr.
4. Weintraub K (2013) Nature479: 22-24.
5. SFARI (2013) sfari.org.
6. King MD, et al (2009) Am JPublic Health 99: 1673-1679.
7. Flashner BM, et al (2013) NeuromolecularMed 15: 339-350.
8. Miller DT, Shen Y, Wu BL (2012)Curr Protoc Hum Genet Chapter 8: Unit8 12.
9. Shen Y, An Y, Wu BL (2011) ClinChem 57: 1354-1356.
10. Smoller JW, et al. (2013) Lancet 381:1371-1379.
11. Shinoda Y, Sadakata T, Furuichi T (2013) ExpAnim 62: 71-78.
12. Calahorro F,Ruiz-Rubio M (2012). PLoS One 7: e39277.
13. Calahorro F,Ruiz-Rubio M (2013) Genes Brain Behav 12: 453-464