
Fibromialgia
Ayer quedé por fin a tomar un café con una amiga de la infancia que hacía siglos que no veía. Comenzamos con gran entusiasmo la conversación hablando de los hijos, de la familia, del trabajo….
Como es natural por último, comenzamos a hablar de nosotras. Me contó que llevada dos años que no se los deseaba ni a su peor enemigo. Dos años de un largo peregrinar entre consultas, pruebas diagnosticas, médicos. Dos años de incredulidad, de miedo y de sensaciones agridulces, de desconfianzas. Me contó que ahora estaba muy contenta y más animada porque después de esta debacle, ya sabe cómo se llama lo que le sucede.
Por supuesto, en un segundo había lanzado la pregunta ¿qué te pasa? Y simultáneamente ella había contestado: “Padezco Fibromialgia”.
Como es una gran desconocida aprovechó para contarme información sobre esta patología.
La Fibromialgia es una enfermedad crónica, más frecuente en mujeres. Se caracteriza por dar lugar a una infinidad de síntomas simultáneos. No es una enfermedad progresiva o degenerativa que vaya agravándose con el tiempo. Existen algunos síntomas muy comunes como el del dolor muscular en el aparato locomotor (músculos, articulaciones…).
Otros síntomas muy frecuentes son: el cansancio, alteraciones del sueño, alteraciones de la memoria y de la concentración y alteraciones del estado del ánimo. Por supuesto, no se queda sólo en eso, también se puede padecer alteraciones digestivas, mareos, picor generalizado, ruido interno en los oídos… Debido a esta amalgama de síntomas, es muy complicado su diagnóstico, pero cuanto antes se realice, ocasiona una mejor evolución (que no cura).
Evoluciona por brotes, con fases de mejoría y fases de empeoramiento y es específico de cada persona.
Se ha descubierto que el origen de la Fibromialgia se encuentra en la alteración de neurotransmisores (serotonina, noradrenalina, adrenalina…). Su mal funcionamiento puede ocasionar la aparición de los síntomas mencionados anteriormente.
Las causas específicas que la producen no se conocen. Se sabe que existe una predisposición genética.
El diagnóstico se realiza por el conjunto de síntomas que se padecen, previa exclusión de otras enfermedades, aunque no existe ninguna prueba que permita confirmar el diagnóstico.
Como pilares básicos del tratamiento se habla del ejercicio físico, terapia psicológica y algunos fármacos como analgésicos, antidepresivos, anti convulsivantes (siempre prescritos por su médico de cabecera).
Con todo lo que me contó me llegué hacer una pequeña idea del calvario por el que había y estaba pasando. Pero me tranquilizó verla tan positiva ante su situación actual y supe que iba a saber llevarlo lo mejor posible, no sin problemas, pero que iba a “tirar palante” como dicen en mi tierra.
Nos despedimos fijando una nueva fecha, para volver a vernos y ponernos al día de los acontecimientos.
Por María Jesús Azcona.