dos personas gritando a una cabeza

No todo es enfermedad mental ¿hay que saber gestionar el malestar?

Javier Cantera Herrero

Bienestario by Javier Cantera

Tras la publicación de mi libro “LA SALUD MENTAL EN LA EMPRESA” me han llegado multitud de preguntas sobre la salud mental y he observado muchos equívocos sobre dicha temática que me gustaría comentarlo y posteriormente, dar pautas para vivir la empresa con salud mental.

Previamente decir que la psicología vive un gran momento por la pérdida de estigmatización sobre el acudir al psicólogo. En mi generación era problemático pedir consejo psicológico sin asociarte rápidamente a la locura. Expresiones “ir al loquero” eran habituales en aquella época y además quién decía que había ido, tenía una mirada de rápido reproche y de indudable estereotipo mental, la aceptación como normal a tener un consejo profesional de un psicólogo nos ha aportado enorme facilidad para centrar nuestros problemas mentales normales, pero no debemos banalizar la enfermedad mental.

Los principales equívocos sobre enfermedad mental son:

1. La salud mental no es la enfermedad mental. Hablar de la salud mental es prevenir la aparición de trastornos mentales, por tanto, se trata de adelantarnos al surgimiento de dicha enfermedad. La salud mental se debe trabajar en dos direcciones:

  • Incrementando los recursos principales de las personas, enseñándoles técnicas contemplativas o ayudándole a tener activos psicológicos que le permitan superar situaciones generativas de trastornos mentales.
  • Interviniendo en los ecosistemas tóxicos que nos rodean sean en el trabajo, en el entorno familiar o en el entorno social.

2. El malestar personal en el día a día no es una enfermedad mental.

Todos tenemos situaciones estresantes, inadecuadas y de enorme impacto psicológico. Pero este malestar no es una enfermedad mental.

Nadie es un depresivo por vivir un duelo familiar, nadie tiene un TOC por hacer colecciones ilógicas etc... Debemos identificar situaciones de malestar que influye en nuestro bienestar, pero sin ponerle una etiqueta de enfermedad mental ¿Qué fácil es quedarse tranquilo cuando te pone una etiqueta por lo que tienes?

3. Que tener una enfermedad mental, no es algo que no tenga repercusión física, generalmente neurológica. Por tanto, no podemos tomarnos a la ligera el tener cualquier enfermedad mental y que necesita una intervención psicológica y médica adecuada.

En consecuencia, el debate de los psicofármacos no es baladí. No se sana una enfermedad mental solo con pastillas, pero tampoco solo con consultas psicológicas. Por tanto, el acercamiento integral al paciente de ambos aspectos engrandece la intervención.

4. No es gradual, y por tanto no significa que el malestar sea el inicio de una enfermedad mental. Más bien, sería la mala gestión de dicho malestar.

Tener malestar es normal, e incluso me atrevo a decir que es sano.

Gestionar algo normal no debe ser anormal, entonces, debemos aprender a gestionar el malestar como un proceso educativo de enorme valor personal. Ciertamente en un mundo de sobreprotección en la crianza, que hace niños dependientes, y a su vez, con una mayor dosis de dependencia por las redes sociales, estamos creando generaciones sin herramientas para saber gestionar el malestar.

En consecuencia, invertir en salud mental, aceptar el malestar como algo normal y considerar con total seriedad cualquier enfermedad mental nos da una visión más adecuada de la realidad. Debemos hablar de salud mental y no caer en etiquetas que evocan una enfermedad mental. De aquí, la importancia de un consejo psicológico impartido por un psicólogo profesional, porque no solo hay que acudir a ellos cuando existe una enfermedad mental, sino en mayor medida, cuando se trata de tener pautas de entrenamiento psicológico para tener salud mental.

En fin, psicología de la normalidad para saber gestionar nuestras ideas y nuestros entornos para prevenir la salud mental, eso sí, sabiendo que el malestar es lo normal, y que todos tenemos nuestra dosis diaria de malestar. Gestionar lo tóxico tiene su base en la disposición de recursos psicológicos para enfrentarse a sus consecuencias. ¿Por qué hablamos de enfermedad mental cuando solo tenemos un malestar?

Sin malestar no crecemos como personas, pero hay que gestionar dicho malestar para saber crecer psicológicamente.

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