Seguramente el mundo del trabajo o de las actividades laborales de carácter autónomo necesitaba una cobertura social homóloga a la del resto de oficios y profesiones sometidos a una relación contractual estable y, muy especialmente, con las referidas a la siniestralidad y la prevención. En el presente número de nuestra Revista intentaremos recoger diferentes impresiones y comentarios sobre este particular, que puedan servir para que nuestros lectores y las personas interesadas vayan teniendo una información adecuada sobre las nuevas formas bajo las que el denominado trabajador o profesional “autónomo” puede acceder a las prestaciones sociales relacionables con el accidente de trabajo y las enfermedades profesionales.